domingo, 8 de agosto de 2010

Primer taller de Vinos y creación literaria: un experiencia única

Todavía recuerdo cuando comencé en mi primer taller literario en el Celarg: lo que nunca se disipa es ese asombro, ese descubrir que había otra gente que estaba interesada en las mismas cosas que yo, que dedicaba horas y horas como yo a leer, reflexionar sobre lo leído y a intentar escribir: con mucha paciencia, con mucho respeto, con miedo escénico.

Años después, cuando comencé a ser facilitador de talleres y mi meta, en el fondo, siempre ha sido tener la oportunidad de brindar una atmósfera propicia para que nuevas personas tengan ese mismo descubrimiento y, desde hace casi 10 años, primero en la librería Vdl Books y luego en el Icrea, lo he venido modelando.

Por eso, cuando desde hace unos seis meses comenzamos el proceso que llevó a nuestro Primer taller de vinos y Creación literaria, el norte fue siempre el mismo. Con mucho cuidado estudiamos diferentes formas de vincular los contenidos, fuimos armando un programa, jugando con las posibilidades.

Luego vino la parte operativa: darle al Icrea el perfil para trabajar con estos eventos enogastronómicos y literarios, comprar copas, coordinar el catering, ofertar el curso. Y, repetimos, después de seis meses, y con el apoyo de nuestros amigos de Distribuidora Alta Cava, ayer sábado 7 de agosto pudimos concretar esa visión que tuvimos en una experiencia de aprendizaje para nuestros seis participantes y para nosotros como facilitadores.

Vinos y literatura: vínculo natural

Hemos estado en unos cuantos talleres literarios. Y también en unas cuantas catas. Y también en eventos en los que tímidamente se relacionan literatura y vinos. Y la razón de esta timidez es evidente: una cosa es hablar de vinos y literatura desde el punto de vista del periodista, del sommelier, del historiador, del columinista, del catador. Otra muy diferente hacerlo desde la perspectiva del escritor.

Nunca he negado que mi relación con el vino es, como me gusta denominarla, de entusiasmo. Pero no así con la literatura, con la escritura, con la enseñanza de escritura creativa. Porque por este oficio descarté 5 años en la Universidad Metropolitana, por este oficio aposté todo hace unos 15 años, por este oficio he ganado reconocimientos en Venezuela y en el extranjero y, sobre todo, por este oficio vivo y respiro. Yo soy escritor las 24 horas del día. Una cosa es que no escriba siempre literatura. Pero la escritura es para mí como una manera alterna de funcionar.

Por eso mi trabajo para el taller, más que crear propiamente, se limitaba a detectar. A buscar ese vínculo que, peronsalmente, experimento siempre entre literatura y vinos. A convertirlo en un concepto que, por una parte, tuviera un fuerte componente literario pero, por la otra, nos sumergiera en las particularidades de los vinos.

Así que seleccionamos tres géneros literarios -poesía, ensayo y narrativa- y los "maridamos" con tres tipos de vinos: espumosos, blancos y tintos jóvenes, respectivamente. La idea no era ser exhaustivo sino despertar curiosidades, provocar el disfrute y la reflexión en una jornada de cuatro horas.

Dividí el taller en tres Tiempos: cada uno de ellos comenzaba con una breve exposición que nos acercaba al género literario, luego seguía la lectura de textos escogidos y, finalmente, llegaba el vino y el pasapalo mientras discutíamos.

Creo que nadie podía saber con exactitud cuál sería el resultado. Y las copas vacías durante los primeros minutos de exposición parecían impacientarse. Pero es que cuando se habla de literatura se habla de 5 mil años de tradición, se habla de ese buscarnos y encontrarnos en palabra, se habla del primer acto de creación que fue a través de la palabra.

Y, como siempre, con la misma magia que desde que era muy niño sentía al leer, la literatura respondió, generosa, con la atención y el aporte de los participantes, pero, cuando parecía que nos sofocaba, llegaban entonces los sabores del vino y el cebiche, el spring roll o la minihamburguesa para darnos fuerzas, perspectiva y continuar.

Disfrutando las lecciones

Para todos, ayer, fue un nuevo comienzo. Para mí, ese encuentro de los tres ejes de mi vida: docencia, literatura y, más recientemente, los vinos. Lo importante es que, como decíamos, logramos concretar esta visión tan particular y compartirla con un primer grupo: ahora el compromiso es el mismo que siempre hemos tenido en Icrea: crear experiencias únicas de formación en el área de la escritura y, en este caso, de literatura y enogastronomía.

A veces, me gusta pensar en los talleres literarios como en la película Field of dreams cuando a Kevin Costner, en los momentos de incredulidad, una voz le dice: “Constrúyelo y ellos vendrán”. Y James Earl Jones, con su voz de río turbio y profundo, agrega: “llegarán a tu puerta, inocentes como niños. El béisbol ha marcado el tiempo. Este campo, este juego es parte de nuestro pasado. Nos recuerda lo que alguna vez fue bueno y podría volver a serlo...Y béisbol puede ser literatura y, ahora, también, vinos.

Entonces, cuando a pesar de haber ya entregados los certificados veía a nuestros primeros participantes sentados, como aferrados a la silla, como sintiendo que una vez que dejaran el salón los que quedáramos íbamos a conversar algo fundamental que ellos tenían que saber, no puede más que sentirme feliz y agradecido.

Y como todavía tenía cosas que hacer en el día y preferí no insistir con el vino, levanté en silencio un vaso de cartón lleno de agua y, brindando por todos, me dije: ¡Salud!

2 comentarios:

Ignacio Yepes Beltrán dijo...

Anótame para el próximo, desde el comienzo me pareció interesante.

Jesús Nieves Montero dijo...

el sábado 21 nos preparamos para la segunda edición!