sábado, 17 de julio de 2010

Una reflexión de Alberto Soria sobre el mundo del lujo y el vino

En la vorágine de la sociedad moderna, las modas en la mesa son invitadas de paso. La novedad es efímera, pero vende. Ante la avalancha de nuevos ricos y la multitud de millonarios que crecen como hongos y gastan fortunas en socializar, en Europa se estila ahora asesorar a esos nuevos clientes. Se les puede vender todo, siempre que sea caro y exclusivo.

Asesorar a los nuevos ricos es negocio silencioso. Ejercido preferentemente por aristócratas venidos a menos, sommeliers veteranos que sustituyen a los desaparecidos mayordomos ingleses, y damas especializadas en buenas maneras, vajillas y cristales. Enseñan lo que toda persona culta sabe, pero resultan fundamentales para que el cliente que se abre paso en la sociedad a golpe de billete, no trastabille ni dé pasos en falso.

Las famosas casas de remates y de regalos, y los ateliers de novedades no se llevan bien con los asesores, me cuenta en París Michele Puccini.

"Arruinan el negocio de lo caro". Raspan la pátina de elegancia de lo nuevo y costoso, y dejan al desnudo el equívoco, el engaño o el ridículo.

I Veamos algunos ejemplos de moda efímera. Un famoso productor austríaco de cristales caros se cansó de inventar copas. Las hizo para todas las cepas, al más alto precio del mundo. Afirmaba que el Merlot se debería tomar en una de sus copas para que se pudiera expresar, y el Carmenére, en otra. (Además del Cabernet, el Pinot Noir, el Sirah, el Malbec, el Zinfandel. También inventadas por él).

Cuando se agotaron las uvas famosas con las que se hacen vinos en el mundo, el productor austríaco se desdijo de todo lo anterior y sustituyó la copa por un vaso. El vino se quedó sin pie en la copa, y el balón se encargó de que el catador calentara con su mano el vino. Su creador defendió así la moda: "Es fácil de usar, lavar y guardar". A los norteamericanos asegura les encantó. "Pero a algunos no les gustó", admitió, finalmente, con esfuerzo.

Como en una velada sostener un vaso esférico con vino transmite a la mano el frío del vino o hace que al calentar el vino con la mano ésta transpire, se creó el vaso de balón para vinos, con orificio abajo.

Para que el catador meta el dedo medio y sujete el vaso. Es lo máximo en las tiendas snobs.

Las ventas en la galería Tate en Londres no cesan.

Otro ejemplo: todo conocedor sabe que el oxígeno si no es administrado en cuentagotas y sólo por un rato mata el vino. Actúa como una droga.

Primero lo adormece en aromas. Después le quita toda personalidad. Y al final, cuando la exposición es prolongada, lo convierte en vinagre.

Eso no lo saben los potentados adoradores del aireado, que ahora decantan cuanta botella se le ponga a mano. Hay vendedores que recomiendan decantar un vino añejo durante 24 horas abriendo la botella en el mismo sitio donde será después probada. Los reputados maestros de la escuela de enología de Burdeos sostienen que tal acto mata el vino.

II Ahora han puesto de moda algunas palabras en las etiquetas: vinos biodinámicos, ecológicos. La moda sugiere que si usted no abraza la palabra, le está dando la espalda al planeta Tierra. Y, por tanto, que si usted niega el abrazo, no le importa el medio ambiente.

En Estados Unidos, ahora la moda es el "real wine" que la UE se niega a permitir etiquetar como "vino verdadero". La realidad es que ante las nuevas palabras de promoción, no hace daño ser un poco escéptico.

En junio de 2009, la Food Standards Agency del Reino Unido reveló después de numerosas pruebas de laboratorio que las supuestas ventajas de lo orgánico no existen. Tarde. Ya está consolidado un mercado global que vende muy bien lo "orgánico". Fue valuado hace 2 años en más de 48 millardos de dólares.(publicado en El Nacional)

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