miércoles, 5 de mayo de 2010

Tabalí descubre el suelo perfecto en Fray Jorge

"Cuando uno le pregunta a enólogos o a viñateros por qué decidieron dedicarse al vino, generalmente responden con vaguedades como el amor al campo y a ciertos valores ligados a la naturaleza. Pero Felipe Müller, el enólogo de Tabalí, me sorprende cuando dice: “porque me gustaba tomar vino. Así de simple”.

Müller, que viste una polera de Iggy Pop (el cantante que dio forma al punk antes del punk), tiene una manera franca y directa de comportarse que, de alguna misteriosa manera, se traslada a los vinos que hace en el Limarí. Nada de disfraces, nada de eufemismos, nada de corrección política. Los vinos se hacen para beberlos, para disfrutarlos, no para ganar medallas ni para satisfacer ansias de figuración o prestigio.

Desde que conozco a Mülller, cuando trabajaba en De Martino junto a Marcelo Retamal, me ha parecido que lo mueve una especie de frenesí por encontrar el terroir perfecto, una tierra soñada en Chile donde los vinos puedan llegar a alturas insospechadas, tal como parece suceder en Chablis o Sancerre, en Francia. Y parece que por fin lo ha conseguido. “Este es el sueño del pibe”, cuenta mientras casi vuela en su camioneta, pasando Coquimbo hacia el sur, Tongoy, Totoralillo, Quebrada Seca, para finalmente llegar hasta los terrenos colindantes con el famoso parque nacional Fray Jorge, donde en las cimas de las quebradas se encuentran paños de selva húmeda parecidos a los que hay en Valdivia. Pero acá estamos a las puertas del desierto.

Müller, entonces, recuerda que alguna vez escuchó que Agustín Huneeus (el famoso empresario vinícola chileno, que ha dejado una marca en Napa y Casablanca), tenía un proyecto en Limarí. Pero nadie sabía dónde. Hasta que recibió una llamada de unos productores que le querían vender uva. “Estamos al oeste de la carretera, al lado de Fray Jorge”, le dijeron, y ahí Felipe empezó a entusiasmarse, porque la cercanía del mar auguraba frescor.

Fue con Héctor Rojas, que trabaja codo a codo con él en Tabalí, a visitar los viñedos y casi se caen de espaldas cuando comienzan a darse cuenta que era el tipo de suelos que siempre habían buscado: suelos casi blancos por su composición calcárea, la misma que puede observarse en la Borgoña. Trataron de ocultar su emoción, para cerrar el trato, y ya en el auto de vuelta dieron rienda suelta a su alegría. “¡No puede ser! ¡Es perfecto!”.

Cuento corto: luego de varias conversaciones, tratando de convencer a la gente de Tabalí de la necesidad de comprar esa tierras (400 hectáreas, 75 de ellas plantadas con vid), y superando variados obstáculos y temores (y una primera cosecha realizada por los anteriores dueños que se echó prácticamente a perder debido a una plaga), por fin la viña hizo la adquisición. Y hoy están presentando sus resultados, que hasta ahora son excepcionales.

¿Por qué el carbonato de calcio es tan importante?, le pregunto a Müller y responde: “al ser poroso, es un control natural de la humedad. El suelo permite un excelente desarrollo radicular, la raíz avanza a través de las fracturas de la cal y va extrayendo los minerales que le dan ese carácter precisamente mineral a los vinos, terroso. No hay notas dulces, ni espárragos. Son vinos más finos y elegantes”.

Probamos la nueva línea de vinos que Tabalí está haciendo en Fray Jorge y la verdad es que se trata de un acontecimiento. Ya habíamos comentado la excelencia del sauvignon blanc 2009 proveniente de ese viñedo, pero el nivel de los vinos alcanza un nivel superlativo en chardonnay y pinot noir.

Del Chardonnay Fray Jorge 2009 –aún sin un nombre definitivo- podríamos decir que no se parece a nada que haya dado la variedad en Chile antes. Muy fresco, con una boca exquisita, de rica textura y una elegancia inusual para un ejemplar chileno de la cepa. Sumamente salino, se escapa de todo. Un paradigma nuevo.

El Pinot Noir Fray Jorge 2009 destaca, antes que nada, por la ausencia de esos aromas a pasa tan propio de otros exponentes locales. Hay mucha concentración pero la fruta es delicada, y el vino tiene un componente terroso, con muchas capas que hablan de una complejidad aromática poco común. En ambos vinos, el trabajo de la madera es fino y casi ni se nota. Los dos, sin duda, tienen un potencial extraordinario.

Le pregunto a Héctor Rojas cuál cree es el secreto. “Piensa en el paradigma de las parras viejas”, me dice. “¿Por qué son buenas? Porque su desarrollo radicular se ha expandido mucho por el suelo. El corazón de la vid está en la raíz. Las grandes fallas en los viñedos de Chile están en las raíces. Es el lado B que nadie observa. Gracias al suelo que hay en Fray Jorge, la raíz puede explorar y extenderse a sus anchas. Ahí tiene toda la reserva que le permite vivir y extraer la riqueza de la tierra”."

(Marcelo Soto, revista Capital)

Tabalí en la Videoguía del vino

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